Yungay recuerda

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CroniaYungai


A veces nos preguntamos si somos simples viajeros en este mundo o es que de verdad estamos “de paso” y pagamos los pecados de una vida que no recordamos. Así como pasan los años, de la misma manera los recuerdos de las personas que vivieron el hecatombe de Yungay pasan tamibién, pero no olvidan.


Salimos un viernes por la noche, la hora había sido pactada a las 10.00 pm para las personas puntuales y la hora peruana a las 10.30 pm para los impuntuales, partimos a las 11.46 pm rumbo a Yungay.


La llegada


Llegué a las 6 am aproximadamente, lo supe cuando una piedra de hielo estaba pegada literalmente a la ventana del carro. Una vez instalado me dirigí a la posada de comida Aventura y me sirvieron un plato de panes con avena. Después de desayunar aproximadamente a las 11:15 minutos de la mañana, arribe al bus nuevamente, pero está vez fui directamente al principal punto, dos días casi completos para visitar Yungay y fotografiar todos los recuerdos que dejo el paso del tiempo.


La investigación


Cierto día miércoles, 10 de enero, del año 1962, habría pasado un alud de una magnitud tan impresionante que generaría el desprendimiento de un enorme bloque de hielo tan grande como el sol y ocasionaría la desaparición del distrito llamado Ranrahirca acompañando la inevitable muerte y desaparición de 4 000 habitantes.


Esta piedra helada que tuvo una velocidad de 120 Km por hora fue más rápida que un pestañeo y borró del mapa los pueblos de Ranrahírca, Shacsha, Huarascucho, Yanama Chico, Armapampa y Uchucoto.


El domingo, 31 de mayo del año 1970, exactamente de 3:23 pm a 3:30 pm, según me cuenta una pobladora de Ancash – Yungay, se manifestó un terremoto y seguidamente un alud de propiedades tan catastróficas que simulaban ser sacadas de un libro de ficción. Ranrahirca habría desaparecido del mapa por segunda vez y con ella muchas vidas inocentes. El epicentro se habría registrado según el instituto Geofísico del Perú, entre Casma y Chimbote, dando paso a tan doloroso golpe de Dios contra la población de dicho distrito. Cuando el bus pasaba por el callejón de Huaylas, lugar de tal funesto desastre, donde alguna vez descendieron enormes piedras desde lo alto de contextura sólida y que no permitía el paso de ningún auto ni siquiera de ayuda. No podía evitar sentir como en mi cabeza se registraban tantos pensamientos simultáneamente y en mi estómago ligeras vueltas de dolor que suponía los caramelos de coca calmarían.


Descripción del desastre en 4 minutos:


Las personas sintieron un tremendo ruido de ambos lados, estaban todos arrodillados, se parecía a un ruido de 400 aviones por ambos francos, no habrían imaginado que era el huascarán. “Silencio sepulcral”, apenas se suscitó la desgracia, se tapó todo el cielo, 3 o 4 días no se podía ver nada ni la luz del sol, la gente absorbía todo el polvo, se estaba envenenando.


Esto pasaba a 400m de altura y con chispas de muchos colores decían las vecinas. El lodo arenoso combinado con el viento, venías por suelo, arrasando todo, todo Yungay. El fin de los tiempos, decían, muchos de los pobladores se arrojaban a la muerte.


En Ranrahirca, el desprendimiento glaciar enorme de huascarán mato más de 20000 personas, se estimó que el peso a groso modo es de 3000millones de toneladas de hielo, lodo y piedras que bajaron de una franja de 800 metros de ancho por un kilómetro y medio de largo y se desprendieron bajo a una velocidad que exceden a 400 km x hora, esta velocidad del alud fue alcanzada formando una especie de colchón de aire sobre el cual se deslizaba muy parecido a las embarcaciones que utilizan ese principio para viajar sobre el agua.


5 Millones de metros cúbicos de roca sólida y demoledora se mezcló con más 9 millones de metros cúbicos de hielo que peligrosamente tomaban la forma en conjunto con las faldas del huascarán de 6 millones de metros cúbicos de hielo. Y para cerrar “el broche de oro” agregando 30 millones de metros cúbicos de las correderas arenas de las laderas y unos últimos 3 millones de metros cúbicos de tierra del cerro descendiente, creando un total de volumen total aproximado de 53 millones de metros cúbicos. Cayeron sobre Yungay 7 millones de metros cúbico que en su trayecto por la quebrada de “chachas” punto llamado la curva del amor alguno de los pobladores se pudieron salvar de la catástrofe. Dicen que vieron de primera mano cómo una gran ola levantada acechaba con velocidad el impacto final y luego afirman no vieron nada más por el polvo fuerte que sacudía sus cuerpos y nublaba su visión.


La otra parte del mayor volumen que arraso Ranrahirca según el ingeniero Luis Chirinos Antunez de Mayolo autor de los cálculos antes indicados, dicen que la superficie cubierta fue de 22.5 kilómetros cuadrados. Este movimiento fue cinco veces mayor, sin comparación con el alud del doloroso 10 de enero de 1962.


3 minutos tan solo tenían las personas para escapar de la desgracia que se acercaba, 3 minutos solamente para correr más rápido que un auto a toda marcha, bajando en caída en línea recta se podía divisar de un místico e imponente huascarán. Un minuto y medio del cerro a Yungay. El tiempo y distancia que tenía el enorme hielo, el que se calculaba aproximadamente a una velocidad 280 km por hora y de allí 120 km a Yungay. La distancia que recorrió el alud para llegar a Yungay fue de 15 km siguiendo en recta mientras a la vez iba disminuyendo la velocidad de tan devastador alud que se iba incorporando dentro de su masa las tierras en baja y cuyas aumentaron su densidad.


El ruido con el que venía la “calamidad” era estremecedor la impotencia el pánico se apodero la población y como por un rayo llego el silencio, se escuchaba el lamento de la gente que clamaba por vivir, todo se oscureció el polvo cubría el cielo. Cuando los padres de esta pobre gente quisieron buscar a sus seres queridos, empieza la oración “dios mío nos has dejado sin techo donde poder cobijar a nuestros hijos y vas a querer que llueva”, mas eso no era nube, era polvo, y en medio de la soledad y caos donde quedaron muchos huérfanos, ese caos que arrebató vidas y donde parecía el último respiro de la vida, donde la soledad cubría a todos y la impotencia también, fue donde verdaderamente surgieron los más nobles sentimientos de darlo todo por el prójimo. Al día siguiente seguía sin verse, todo tinieblas, del hielo fluía la sangre de inocentes. El alud devastó Yungay.


El agua llego hasta el pie de la localidad de mancos dicho movimiento habría llegado media hora después por la velocidad que supero su margen izquierda llegando al pueblo de maca coto y destruyendo parte dela población, la noche más larga y horrible dijeron algunos, la noche que la tierra temblaba el final de los tiempos en vida.

De 36 palmeras solo quedaron 4 en pie, ninguna nave podía entrar a rescatar personas, porque el alud había sido tan fuerte, que había mucha arena para poder volar, el callejón de Huaylas estaba provocando derrumbes de nube de polvo a 17000 pies de altura.


Otras personas vivieron este telurio con los postes de luz moviéndose y rompiéndose, algunas personas se fueron con destino a casa. Mientras algunos pocos por algo inimaginable (suerte) fueron corriendo por la calle 9 de diciembre hacia arriba de la faldita, por allí se observó cómo fue pasando el alud, la tragedia paso muy rápido, pero demoro una eternidad, se escucharon gemidos, gritos, de ayuda. Fueron piedras bloques de hielo que demoraron como 2 meses para terminar de derretirse. Minutos antes de la tragedia mucha gente estaba conglomerada en la plaza de armas, en esa circunstancias comienza el aluvión, muchos corrieron a la iglesia.


La comisaría que en ese entonces era la guardia civil, el teniente estaba en la víspera, que se hacía cargo el día anterior y fallece en conjunto con los efectivos.


Este desastre dejo inhabilitados 180 mil edificaciones y traído como resultado 50 mil heridos, representando el 80% de la población, trágico accidente que había pasado porque las estructuras del área, según las estadísticas del comité emergencia del Perú publicado el 2 de julio de 1970 no habían sido las correctas y no se manejaba un “Ad hoc”(prevención de desastre).


El desastre duró 4 minutos en los que denomino un tiempo vital que nunca fue realizado para evacuar, algunas personas no supieron reaccionar ante la situación, otras se refugiaron en la fe (la iglesia). Nadie imagino que sería lo primero en derrumbarse. Mientras decenas de niños iban en ese lapsus de tiempo con el bus escolar.


La consecuencia miles de muertos, algunas personas que corrían en la dirección contraria evitaron el enorme hielo que se les venía encima milagrosamente, pero que paso con las personas que no tuvieron tanta suerte, ellas fallecieron y de la peor manera posible. Niños que tenían un futuro como el de muchas personas, amigos, familia, todo. No quedo nada, el alud se llevó todo. Y esas pobres personas que quedaron para relatar los hechos hoy existentes, héroes sin capa.


Nuevo comienzo


Ni una foto, ni una pintura, nada quedo de la magnitud que dejo la tragedia y las personas que fueron enterradas en vida, llevando su existencia en la tierra junto a ellos. Cientos de hogares quedaron en luto, mientras jugaba México contra Rusia, en ese instante los limeños pensaban que habían sufrido lo peor, pero Ancash en realidad se tragó el destino.


Después de un año de la tragedia los pobladores deciden refundar la ciudad en las faldas del cerro y finalmente el 31 de mayo se formaliza la ciudad nueva Yungay compuesta por 8 distritos, que cuenta con numerosos destinos turísticos. Campo santo sobre una antigua ciudad enterrada gracias a la fuerza de unión en los habitantes de la ciudad.. El hielo y la tierra se encargaron de dar un golpe en la mente de los habitantes.


El 16 de enero de 1966 a las 4:00 pm, se inauguró el monumento “Cristo de Yungay” de 40 m de altura x 26 metros de anchura ubicada en el Cerro los Cristales, colocado sobre la cima del cementerio general en honor a la antigua huaca preinca o colina de Huansacay.


Tal Cristo Monumental de Yungay, me pareció tan imponente y sorprendente que me preguntaba ¿es acaso coincidencia? tal fue mi impresión al verlo mantenido en pie como fiel testigo del odio de la naturaleza contra la tierra. Verlo llevando registro de primer plano sobre toda la fuerza del segundo desastre como devoto espectador. La implacable fuerza de Dios contra la humanidad.


Lo que más me habría sorprendido al verlo, es que a pesar del desastre no se había derrumbado, muchos dicen que es obra de Dios. Sin embargo, hay muchas personas que se “perdieron” (Se refugiaron en la vida pagana suplicando la muerte). Los vecinos decían que, en tales personas aún podíamos registrar un sentimiento de dolor y miedo, incluso después de tales desastres, “tantos que se fueron”.


Al observarlos podíamos dilucidar que eran como dos fuerzas combinadas, entre creyentes y no creyentes. El poder de la religión (la fe) y los lazos de hermandad que eran tan fuertes, además de poderosos, la llamada fuerza “nuevo comienzo Yungay”.


Si vas a Yungay y los encuentras cada 31 de mayo reunidos allí, lo oirás en carne viva de sus palabras y poco a poco sentirás escarapelar tu cuerpo. El alud dejo muchísimos niños huérfanos, mucho futuro por delante que nunca volverá, una tragedia grabada en mí para siempre.