Una Íntima Religión: La historia poco conocida de Alianza Lima

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Todos tenemos un ángel de la guarda, una estampita a la que rezamos y veneramos. La religión no conoce fronteras ni colores, no distingue jerarquías ni tampoco le es indiferente a un equipo de fútbol, pero… ¿Cómo puede juntarse la pasión de alentar a un equipo y la conexión tan profunda que genera una imagen?


Pero toda devoción tiene consigo una historia detrás y Alianza no es la excepción, nos remontamos al año de 1955, donde ocurriría el primer destello de fe. El club victoriano tendría un encuentro contra Deportivo Municipal, todo estaba pactado para que el juego se dé el 3 de Octubre de ese año; pero para mala suerte de los grones una fuerte lluvia azotó la capital dejando los uniformes mojados y sin poder usarse. La directiva solicitó a su auspiciador una nueva vestimenta para poder presentarse al partido, desgraciadamente existía una directiva que no iba acorde al momento que pasaba el club, existían deudas y problemas internos, dado esto fue imposible que la marca que los vestía les diera una nueva indumentaria.


Todo indicaría que el partido no se jugaría en la fecha pactada perjudicando no solo al equipo sino a la hinchada que ya había separado una cita para aquel día.

José Carrión más conocido como el “Chino Pepe”, quien era el utilero y además un fiel seguidor del Cristo Morado y del equipo, pidió a la hermandad a la que pertenecía unas telas que sobraban de los hábitos morados que eran característicos en época de procesión y los mandó a confeccionar en forma de uniforme para que los jugadores puedan representar sus colores.


Ese día, Alianza Lima saltaría al gras con un conjunto único y nunca visto, un uniforme que tenía un plus, tenía la fe puesta a toda marcha. Los hinchas quedaron sorprendidos y a la vez confundidos. El dirigente de los victorianos – Alfonso de Souza Ferreira – en un ataque de ira y calentura pegó un grito desde el banco despidiendo al utilero debido que lo tomó como una falta de respeto a la institución y a todo lo que representaba.

Para alegría de la Victoria, el encuentro acabo con derrota de Municipal cayendo por un gol ante su similar. Los ánimos y la moral a tope bastaron para que el dirigente de ese entonces, replanteara la salida del chino. Esta fue la primera señal de una tradición llena de devoción y euforia que se avecinaba.


No es hasta 1971 que el equipo del pueblo haría oficial su tradición al jugar un partido difícil contra un rival que siempre los ponía en aprietos. El equipo del Rímac – Sporting Cristal – que en ese tiempo tenía el nombre de Sporting Tabaco sería testigo de lo que puede hacer la devoción a un Santo Patrono. Un partido vibrante entre victorianos y rimenses, terminó con triunfo morado por 2 a 0 con goles de Teófilo Cubillas y César Cueto, desde ese partido se iniciaría la gran creencia morada.


Cuando se inauguró el estadio de Matute, en 1974, a la salida del vestuario se colocó una imagen del Cristo Morado, justo antes de saltar al campo de juego. Se dice que el Chino Pepe habría sido quien inició a los jugadores íntimos en la práctica de rezarle al Señor de los Milagros antes de los partidos, ingresar con las imágenes a los vestuarios, tocarlas y besarlas con devoción, prenderles velas, acompañar la procesión, vestir los colores morado y blanco durante los meses de octubre.


Ex futbolistas de antaño como Víctor "Conejo" Benítez, Cornelio Heredia, otros como Pedro Pablo "Perico" León, Teófilo Cubillas, César Cueto y Hugo Sotil mostraron siempre su creencia por el Cristo de Pachacamilla. Adelfo Magallanes, quien ganó tres títulos como jugador de Alianza Lima en los años 30’ y otros cuatro como entrenador entre 1948 y 1955 era gran devoto del Cristo Morado: "Los campeonatos que ha conseguido Alianza son gracias al Señor de los Milagros, que protege a los negros".


El famoso escritor de esos tiempos Nicomedes Santa Cruz, seria hincha fiel de la Victoria y le dedicaría unas décimas a la blanquimorada.


En Lima,

todo moreno,

cuando llega el mes de octubre,

con el hábito se cubre

de su Señor Nazareno.

Alianza, por no ser menos,

salió de morado encima.

Nicomedes Santa Cruz


Esa es la historia poco conocida de Alianza Lima, un club que mantiene una íntima relación con un beato que no es insensible ni con la hinchada, ni con los jugadores. En honor a tanta fe y devoción que siente la gente blanquiazul hacia el Cristo de Pachacamilla, es en Octubre de cada año que la indumentaria se tiñe de morado demostrando toda la pasión y emoción que desborda el ser un fiel seguidor del club y del santo. Una íntima religión que se mantiene.